El fiscal rompe un sello by Erle Stanley Gardner

El fiscal rompe un sello by Erle Stanley Gardner

autor:Erle Stanley Gardner [Gardner, Erle Stanley]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1946-01-01T00:00:00+00:00


14

El pequeño grupo se hallaba sentado alrededor del escritorio en la oficina de Rex Brandon. Hattie M. Irwin estaba francamente intrigada, pero sin embargo, no hacía ningún intento para disimular el hecho de que se sentía más halagada que molesta, por verse transformada en el centro de tanta atención.

—Ahora lo entiendo —dijo Brandon cuando ella hubo terminado—. Usted sólo llenó el cuestionario de ese concurso y lo envió.

—Eso es.

—Y entonces ese hombre le telefoneó y le dijo que era un representante de la compañía y que usted había ganado un premio.

—El primer premio —anunció ella orgullosamente—. Él era el presidente de la compañía.

—Y que el primer premio consistía en un viaje a California, con todos los gastos pagados.

—Exactamente.

Brandon miró a Selby a través del escritorio.

—¿Quieres interrogarla, Doug?

—Hazlo tú, Rex —le contestó Selby.

Brandon vaciló un momento.

—Creo que tú puedes hacerlo mejor que yo, Doug.

—Tus preguntas son oficiales. Las mías no.

—Podemos hacerlas oficiales.

Selby se limitó a sonreír.

Brandon lanzó un hondo suspiro.

—Veamos: ¿usted vino de Empalma?

—Exacto.

—¿Conoce usted a un hombre llamado Roff… Fred Albion Roff?

—Yo no lo conozco personalmente, pero he oído su nombre muchas veces. Lo he visto en los periódicos. Es un gran abogado allí.

—¿No recuerda haberlo visto nunca?

—No.

—¿Ha sido usted alguna vez testigo en un pleito judicial?

—No.

Brandon acercó una hoja de papel en donde habían sido escritos varios nombres.

—¿Conoce usted a una mujer que ejerce de abogado en esta ciudad, llamada Inez Stapleton?

—No.

—¿Conoce usted a alguna persona en California?

—Tengo una sobrina en Sacramento. Ésta es la única persona que yo conozco aquí.

—¿Conoce usted a Martha Otley?

—No.

—¿Y a una mujer llamada Eleanor Preston?

—No.

—¿A Bárbara Honcutt?

—No.

—¿A Hervey Preston?

—No.

—Y ahora, respecto a ese Hastle que viajó en el tren con usted, ¿qué sabe de él?

—Nada. Yo no lo conocía hasta que bajamos del tren en Madison City, cuando ese hombre que llevaba la gardenia blanca me habló y…

—¿Qué dijo?

—Sonrió muy cortésmente y me dijo: «¿Es usted la persona que busco?».

—¿Y qué le respondió usted?

—Bueno, naturalmente, le dije que sí, porque yo suponía que él era el representante de la agencia de viajes.

—¿Y qué le dijo él?

—Dijo que tenía un automóvil esperando, y que si yo lo acompañaba me llevaría a la parte alta de la ciudad, y fue entonces cuando vio a ese otro hombre con la gardenia blanca y dijo: «Es extraño», y se acercó a él y le dijo: «¿Me busca usted a mí?». Y el hombre le dijo que sí y el otro caballero pareció un tanto turbado por un momento y luego dijo: «Bien, venga y subamos al auto».

—¿Les preguntó sus nombres?

—En el camino me preguntó que si yo era… Ahora no puedo recordar bien el nombre.

—¿Anita Eldon? —le preguntó Selby, tomando el lugar de Brandon en el interrogatorio.

—Parece que fue algo así.

—¿Y qué le dijo usted?

—Le dije que yo era la señora Irwin. Él reflexionó un momento y luego le preguntó al hombre cómo se llamaba, y entonces fue cuando él dijo que se llamaba Carl Hastle. Ésa fue la primera vez que yo había oído su nombre.



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